Las fértiles tierras del río Matarraña han propiciado que este lugar haya estado habitado desde la prehistoria. En el entorno de esta localidad turolense se conservan numerosos vestigios de este periodo, como las pinturas rupestres de Calapatar y del barranc dels Gascons, los grabados rupestres de la Vallrovira o las construcciones funerarias de els Villalongs. También los íberos y los romanos se asentaron en este territorio. Pero, al igual que sucedió con su vecina Beceite, quienes realmente determinaron el nombre a la localidad fueron los árabes.