En las llanuras británicas de Somerset se encuentran los vestigios de la vieja abadía benedictina donde supuestamente estaría enterrado el Rey Arturo.
La leyenda de este enigmático enclave se remonta a 1190, cuando los monjes que habitaban la zona aseguraron haber encontrado restos del rey y su esposa Ginebra, aunque nunca se pudo certificar su identidad.
Por otra parte se supone que en el viejo pozo yace oculto el Santo Grial, recipiente en el que José de Arimatea recogió sangre de Jesús. Según la tradición este lo trajo a Inglaterra y se instaló en la abadía escondiendo el cáliz en el pozo cuya agua quedó teñida de rojo hasta nuestros días.
Como precursores, no cabe duda que los monjes eran unos agentes turísticos de primer orden.
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