Aquí les dejo un poema de un gran autor "Puntano" D. Esteban Aguero, fallecido, dedicado a una aborigen que hizo historia. En foro aparte voy a subir su leyenda. En este caso ella es "Michilingue".
Digo a Juana Koslay
Capitanes vinieron del poniente
Por horizontes de nevada piedra
Más allá del Arauco hasta las rucas
Donde los Huarpes aguzaban flechas,
O machacaban maíz en la conanas,
O pintaban sus ánforas de greda;
Capitanes de yelmo y armadura
Sobre caballos con la crin espesa,
Que asentaban sus cascos españoles
En este suelo por la vez primera;
Masculinos y duros, con la espada
Sobre los muslos, y en la faz severa
Cicatrices de herida o de malaria
Y la fatiga de un millar de leguas.
Recorrieron llanuras donde el jume
Les prestaba su luz en las hogueras,
Y arenales de luna, y salitrales
Donde la Vida se tomaba yerma,
Y vadearon un Río en cuyas aguas
Era la sed una amargura nueva.
Y una tarde los duros Capitanes,
Consumidos de páramo y espera,
Hacia el Este del sol y la calandria
Vieron de pronto levantarse sierras.
"Aquí será" - dijo una voz de mando -
Porque el aire es azul, el agua buena,
Y la montaña nos ofrece amparo
Si el indio quiere provocarnos guerra".
Y al sentir esa voz descabalgaron,
Y tres veces ondearon las banderas.
El Capitán entonces con la espada
Trazó en el aire una ciudad aérea,
Dibujando la plaza y el ejido,
Acá el cabildo, más allá la iglesia,
El fortín al llegar a las colinas,
Allá los ranchos de la soldadesca.
Y al mirar una fuga de venados,
Con ese nombre bautizó a las Sierras
Y a la ausente Ciudad que dibujaba
Con el acero de su espada nueva.
Y después silenciosos Michilingues
Con su Jefe, Koslay, a la cabeza,
Les trajeron la paz en el saludo
Y las cosas y frutos de la tierra;
Y entretanto Koslay permanecía
Rodeado por arqueros y doncellas,
La hija suya, una hija que tenía
Suave los ojos y la cara fresca
Y nocturnos cabellos que apretaba
Una vincha de plumas como seda,
Miraba sonriente y en los ojos
Nido le hacia a la mirada tierna
De un soldado español en cuyo pecho
Amor ardía en olorosa hoguera;
Gómez Isleño se llamaba, aquí
Digo su nombre para que la tierra
No lo olvide jamás porque el soldado
Se desposó con la muchacha aquella
Y fundó la progenie cuya sangre
Da a nuestra gente claridad morena.
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
Virgen dulce de Cuyo, Flor de América,
Reverente me inclino y te saludo
Porque tú fuiste la semilla nuestra
Y nos diste color americano
Centurias antes que la patria fuera.
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
Nada guarda tu nombre, ni siquiera
Plaza civil, o silenciosa calle,
O troquel de medalla o de moneda,
O fuente comunal o flor de bronce
En San Luis del Venado y de las Sierras.
Pero yo, tu hijo, tu memoria canto,
Y hago del verso corazón de piedra
Juana Koslay, Juana Koslay, ¡Oh, Madre!
Para que nunca en los puntanos muera.
Antonio Esteban Agüero
De "Un hombre dice a su pequeño país"
|