Pero es, sin duda el entorno natural lo que envuelve a Beteta en belleza y encanto. La Hoz de Beteta, a un paseo del pueblo es un sobrecogedor escenario que la naturaleza ha esculpido en la roca y trazo de la cuenca. El Guadiela quiebra el terreno formando un cañón fluvial donde el paisaje se enseñorea de belleza y espectáculo, este estrecho pasillo del río con paredes de más de 80 metros, transita durante unos seis kilómetros por esa brecha que a su paso puebla de jardín natural su entorno.
Beteta se eleva en su atalaya de piedra, el Castillo en la cima, parece formar parte de la erosión de la roca y en la falda la población yace, con una discreta colección de tesoros. La iglesia parroquial de la Asunción es un templo gótico con portada plateresca. Su Plaza Mayor porticada en uno de sus lados, excelente ejemplo de la arquitectura conquense. A las afueras la ermita de la Virgen de la Rosa del siglo XVII con un porche que parapeta los aires serranos y unas aguas en las cercanías teñidas de rojo por su abundancia en hierro.
La Hoz de Beteta constituye unos de los cañones fluviales más espectaculares y bellos de la Serranía de Cuenca. Excavado por el río Guadiela en la roca caliza, formando un profundo y estrecho tajo por el que discurre el río, a lo largo de seis kilómetros entre acantilados verticales de más de 80 metros de altura.
Un lugar donde abunda la fauna salvaje: ciervos, corzos, jabalíes, águilas, buitres... creando uno de los entornos naturales más ricos de la serranía conquense, por otro lado perfectamente accesible mediante la carretera CM-210, que discurre junto al río.