Casas sobre cuya epidermis se han tatuado obras fantásticas. Una de las mayores concentraciones de arte urbano por metro cuadrado. Un casco histórico que ha combatido el envejecimiento demográfico y las injusticias a golpe de color. “Cuando llamábamos a los artistas tenían suspicacias porque lo hacíamos como Ayuntamiento de Fanzara gobernado por la plataforma ciudadana, pero al conocer nuestra lucha no lo dudaban”.
Fanzara es un pueblo dentro de un museo. O al revés. Muchos de los vecinos, ancianos, no entienden del todo lo que le ha ocurrido a este pueblo mínimo, pero sonríen cuando ven que cada fin de semana “hay gente de todos lados que sube hasta aquí, vienen a hacer fotos, a estar en Fanzara”.