La construcción de arcos de mediopunto en el muro que antaño dividía la sala del comedor originaron la principal transformación a reconocer en la parte delantera de la casa cubana colonial: el comedor se desplazó hacia las galerías aparece en su lugar un nuevo espacio: la saleta y sala y saleta, comunicadas por los grandes arcos, dieron lugar a un gran salón de recibo.
El palacio Iznaga, terminado en 1826, una sustancial transformación de la casa criolla señalada con asombro por todos los que visitaron la ciudad, pues era notable la diferencia con respecto a las viviendas de La Habana, cuyos esquemas planimetricos apenas tienen relación con los de moradas de las villas del interior del país o con los de las dichas en las que, como ya hemos indicado, las cosas se mantuvieron sin cambios hasta bien avanzado el siglo XIX.