La celeridad con que se llevó a cabo la construcción de Santa Sofía se debió tanto a la disponibilidad de recursos económicos suficientes, como al sistema constructivo utilizado ladrillo, entre los materiales y al empeño personal del basileus (emperador). Al parecer, el propio emperador dormía allí para vigilar la marcha de las obras, y según una leyenda popular un ángel asesoraba al emperador en cuestiones técnicas de construcción.
Es el ejemplo más grandioso y paradigmático de la arquitectura bizantina cuyo nombre significa «Santa Sabiduría». Fue mandada edificar por el emperador Justiniano y se construyó en un tiempo récord: entre el 532 y el 537.