Tanto esta iglesia como la de Begoña en Yenan, que se construyó para ser catedral de dicha ciudad, fueron levantadas siendo obispo de Yenán el padre franciscano Celestino Ibáñez y utilizadas para el culto sólo durante unos meses ya que la presencia de las tropas de Mao que establecieron allí su cuartel general obligo a su abandono precipitado y huída.