En la actualidad la puerta ha recuperado el cariz de plaza fuerte que ostentó siglos atrás debido a la atmósfera de tensión que vive la zona desde octubre, en los que se han producido una docena de ataques o intentos de agresión, siete de ellos solo en las últimas dos semanas.
Construida en 1542 por Suleimán el Magnífico, el acceso a la amurallada ciudad está coronado por geométricas almenas sobre un desfiladero con foso y flanqueado por una imponente escalinata semicircular de piedra, lugar que hace apenas unos meses era punto de reunión de palestinos, turistas e israelíes que se adentraban a la urbe antigua para visitar lugares como el Muro de los Lamentos.
Conocida a menudo como “La perla del este”, Damasco está construida en las orillas del río Barada, lo que permite que la zona sea lo suficientemente fértil para cosechar frutas y cultivos, y para la cría del ganado. En 1979, la Ciudad Antigua de Damasco fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Estaba rodeada por una muralla romana, de la que perduran los lados este y norte y parte de lado sur. Siguen en pie ocho puertas; la más antigua de ellas es la puerta de Bab Sharqi. Otro de los grandes placeres de la ciudad vieja es comprar en el zoco Al-Hamidiyah.
Damasco fue el centro comercial del mundo árabe, y después de varias horas viendo sólo una parte de los puestos y tiendas y empapándose del ambiente y las coloridas vistas del zoco, uno podría pensar que aún lo sigue siendo. Por último, hay que ver el palacio de Azem, la capilla de Ananías y Al Nouri y el hamman (baño turco) más famoso de la capital de Siria.