Ya en el siglo XVI, la bahía de
Santoña comenzó a florecer en la industria naval, sobre todo cuando se potenció el astillero de Falgote en Colindres. Los galeones, una vez botados, se terminaban, arbolaban, y aprestaban, en
Santoña, donde también llegó a haber una fábrica de anclas que aprovisionaba a todos los barcos de la Marina Real Española. Por ello, la bahía empezó a consolidarse como lugar estratégico.
El siglo XVII marcó el auge constructivo y estratégico de la bahía de
Santoña, y en consecuencia la necesidad seria de su defensa. Sobre todo por los acontecimientos ocurridos en el lugar con ocasión de la Guerra de los Treinta Años y las sucesivas tensiones con Francia.
El siglo XVIII fue incrementando la necesidad de defensa a causa de la Guerra de Sucesión y posteriormente por el enfrentamiento con la Francia republicana.
Pero fueron los franceses, en el siglo XIX, quienes llevaron a la práctica en el transcurso de la Guerra de la Independencia, y la implicación personal del propio Napoleón, la idea de crear una verdadera plaza fuerte en
Santoña. Su configuración física la hacía casi inexpugnable, y su facilidad para acoger embarcaciones de todos los portes...
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