El entorno de la plaza de San Pedro con su iglesia, la cuarta construida en la isla tras la conquista, es un buen comienzo para disfrutar de El Sauzal. A escasos metros se encuentra el parque-mirador de Los Lavaderos, un pequeño vergel de agua y vegetación en el que pausar el ritmo del reloj. Y cuando comienza a atardecer, nada mejor que acercarse a una de sus terrazas y cafeterías y dejarse cautivar por una magnífica puesta de sol acompañada de un sugerente cóctel.
Si algo hace único al pueblo de El Sauzal, por encima de sus rincones llenos de encanto, son sus panorámicas. Situado en el norte de Tenerife, sobre un acantilado, todo el pueblo es en sí un inmenso mirador desde el que admirar una vista única del Teide custodiando el valle de La Orotava o la lámina azul del océano Atlántico. Alejado de las rutas más turísticas, El Sauzal acoge a todo aquel que quiera deleitarse con la tranquilidad de un pueblo acogedor y tranquilo.