Las erupciones volcánicas ocurridas entre 1730 y 1736, y en 1824, dieron lugar a numerosas estucturas geomorfológicas de elevado interés vulcanológico. La ausencia de un manto de vegetación, la extrema rugosidad de las formas y la variedad de colores presentes, rojos, pardos, ocres, negros y naranjas, junto a la silueta de los
volcanes y la abrupta costa confieren al parque una extraordinaria belleza.