El Castillo de Chenonceau, obra maestra del Renacimiento, fascina por la deslumbrante blancura de sus paredes y las sensuales curvas de sus torrecillas. Se caracteriza por un estilo elegante y femenino que revela la influencia de las grandes damas de la historia en su arquitectura.
Los interiores del Castillo de Chenonceau se caracterizan por la fastuosidad de la época y, de una estancia a otra, nos asombran con la riqueza de su mobiliario y sus decoraciones. Las salas están tan bien arregladas que, a veces, parece que el tiempo se hubiera detenido. El dormitorio de Luisa de Lorena llama especialmente la atención: la decoración sepulcral se debe al duelo de la mujer de Enrique III, que vivió aquí sus últimos años, retirada en esta estancia de negras paredes y repleta de atributos mortuorios. Al recorrer la majestuosa Galería de Medici no cuesta imaginarse el vuelo de los vestidos arremolinándose en el suelo de cuadros bicolores durante las grandes fiestas de la corte. Las cocinas, instaladas en los pilares del puente, presentan un gran realismo… uno casi puede sentir el olor de las marmitas inundándolo todo: el comedor, la carnicería, la despensa y la cocina, donde encontraremos muchos objetos de época. La puesta en escena de cada una de estas estancias es uno de los puntos fuertes de la visita. Todo en el castillo y sus dominios cultiva el arte del detalle y del refinamiento.
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