El Hotel de Inmigrantes fue construido en Buenos Aires a principios del siglo XX con el objetivo de recibir, prestar servicios, alojar y distribuir a los miles de inmigrantes que, en ese momento, arribaban a la Argentina procedentes de todo el mundo.
El complejo estaba conformado por diversos pabellones destinados al desembarco, colocación, administración, atención médica, servicios, alojamiento y traslado de los inmigrantes.
El alojamiento en el hotel era gratuito, hasta que el inmigrante conseguía trabajo. Mientras tanto, en sus instalaciones se los asesoraba sobre el país y los distintos oficios que podía adoptar el migrante. El hotel también los ayudaba a encontrar trabajo, trasladándolos a los lugares donde se precisaba mano de obra
Se habían dispuesto turnos de almuerzo de hasta mil personas cada uno. Al toque de una campana, los inmigrantes se agrupaban en la entrada del comedor, donde un cocinero les repartía las vituallas. Luego ellos se instalaban a lo largo de las mesas a esperar su almuerzo. Este consistía, generalmente, en un plato de sopa abundante, y guiso con carne, puchero, pastas, arroz o estofado. A las tres de la tarde a los niños se les daba la merienda. A partir de las seis comenzaban los turnos para la cena, y desde las siete quedaban abiertos los dormitorios.
Cuando ellos llegaban al hotel, se les entregaba un número que les servía para entrar y salir libremente, y conocer de a poco la ciudad
Hoy en día se convirtio en el museo del inmigrante.