Y caes en la cuenta cuando llegas a Port Bo, entre el Port de Malaspina y las playas d’en Calau, y ves las Voltes, aquellos arcos de un blanco impoluto que tanto ensalzó Pla. Allí todo cobra sentido.
Porque... ¿existe algo más perfecto que ver el mar a través de un arco? Posiblemente no, y así es como comienza el viaje, sentados entre las Voltes de Port Bo, contemplando una playa pintada de barcas, con el sol iluminando el mar de plata, los pinos y el bonito contraste de los colores de Calella. ¡Ah, y una cerveza en la mano!