La playa de La Concha ofrece siempre un bajo oleaje gracias a su arrecife natural en forma de herradura. En los días en que el viento se levanta, los corralitos –unos pequeños muros circulares de piedra volcánica creados por los residentes– pueden servir de refugio. Y con la marea baja, los más pequeños pueden jugar tranquilamente en los charcos que se forman entre las rocas de su alrededor. Cuenta con aparcamiento muy cerca de la playa y servicios de socorristas, así como con apartamentos y un restaurante con terraza a muy poca distancia.