La península de Yucatán está formada por un subsuelo de piedra caliza, material altamente permeable. El agua de lluvia se filtra y disuelve la roca porosa hasta formar una completa e intrincada red de cavernas subterráneas, por efecto de la erosión, el techo de alguna de esas grutas se ha desmoronado, dejando al desnudo un pequeño espejo de agua dulce.
Esto es un cenote, recinto sagrado para los mayas en el que ritualizaban ofrendas a Chaac, el dios de la lluvia. Metales preciosos, cerámica y algo de restos humanos hallados en su interior lo testimonian.
En su evolución posterior, el cenote se va llenando de escombros, disminuye en profundidad, se secan y por fin queda reducido a una fosa con vegetación. Mientras no está inundado, el agua que filtra va formando estalactitas y estalagmitas que brotan en techos y suelo respectivamente. Estas columnas calcáreas pueden alcanzar diámetros de un metro y hasta siente u ocho de longitud