Jodha adoptó además otra medida para garantizar que el nuevo sitio resultase propicio; enterró vivo a un hombre llamado Rajiya en los cimientos. A Rajiya le prometieron que a cambio su familia sería cuidada por la familia real. Así ha sido y hasta el día de hoy sus descendientes viven todavía allí. Otras fuentes recogen que fueron cuatro los sacrificados, uno en cada esquina de la fortaleza.
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