El castillo conserva parte de su aroma musulmán pero sus posteriores reformas nos imbuyen de medievo que corrige, tras la reconquista, su estructura. Entre sus torres y sus defensas destaca la Torre del Homenaje, que se impone desde cualquier rincón del entorno y corona la estampa de manera inapelable. El castillo, convertido en Parador, nos proporciona el albergue, y éste el sosiego necesario para no perder detalle ni de él, ni del resto de la población y las muestras de historia impresas en sus calles, iglesias, torres y museos.