La finca de Artikutza cuenta con 3.645 hectáreas, la mayoría de ellas frondosas, algunas coníferas y el resto terreno forestal no arbolado. Hayedos y robledales dominan sobre otras especies introducidas, como el pino silvestre o roble americano, que cobijan a diversas comunidades faunísticas.
En este enclave llama la atención la curiosa forma de algunas de sus hayas, convertidas en auténticas esculturas vivas gracias a la mano del hombre y al poder de la naturaleza. Son los árboles trasmochos, ejemplares en los que se ha realizado una poda regular de sus ramas para que puedan vivir muchos años. La técnica del trasmoche, que ya se utilizaba hace 15.000 años en diferentes partes del mundo, permitía compatibilizar el aprovechamiento forestal con el pastoreo de ganado, ya que, al cortar las ramas a tres metros de altura, el ganado no podía comerse el brote nuevo y podía pastar entre los árboles limpiando la maleza y la tierra.
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