Botadura en el astillero:
Los barcos se construían en naves, y cuando el casco estaba listo para ser botado se cortaba la carretera y comenzaba un auténtico ritual. Las botaduras se hacían de noche, con el sistema «corrido», y se anunciaban en prensa y en radio, ya que había que desmontar hasta una línea de tendido eléctrico. Siempre llamaba la atención la multitud de banderas españolas que allí se veían, y los invitados que acudían al evento quedaban impresionados por la manera de llevar a cabo la operación.
A la botadura del buque colombiano Gloria asistió una poetisa colombiana llamada Amira de la Rosa, que dejó por escrito sus descriptivas sensaciones: … la verdad que nunca había presenciado la botadura de un barco en las horas de la madrugada, con las estrellas despiertas y la vaharina serenera de estos puertos. Tampoco había visto nunca un velero atravesar a pie una calle para luego entrar en el mar como un anfibio. Suspenden a una hora el tráfico, colocan unos cauces de madera que impregnada de grasa amarilla permite deslizarse lentamente hacia la ría, hombres a proa y popa con cabos tiran y vigilan para que el casco no se desequilibre en esta arriesgada operación. No hace falta recordar que en esta época no había ordenadores…( Revista general de marina, 288/4)
En el lado de la ría, al otro lado de la carretera, todavía se conservan dos de la rampas utilizadas para la botadura lateral de los barcos: