El
Parque Arqueológico de Segobriga ha puesto en valor la ciudad romana más monumental de la Meseta y una de las mejor conservadas del occidente del Imperio Romano.
Segobriga se asienta en un alto cerro de 857 metros de altura protegido por el sur por el foso natural del río Gigüela, afluente del
Guadiana. Por su situación, Segobriga fue siempre un importante cruce de comunicaciones, además de un centro de producción agrícola y ganadera. Inicialmente sería un castro celtibérico (Plinio la consideró
caput Celtiberiae).
En tiempos de Augusto, dejó de ser una ciudad estipendiaria, que pagaba tributo a Roma, y se convirtió en municipium latino; Entonces se produjo su auge económico como cruce de comunicaciones y
centro minero de lapis specularis o yeso traslúcido para ventanas, por lo que inicia un admirable programa de construcciones monumentales que finaliza hacia el 80 d.C., fecha en que la ciudad debió alcanzar su mayor desarrollo, plenamente integrada en el Imperio Romano.