En el banco ubicado bajo el roble y respaldadas por el monolito alusivo a Gernika, conversan en la tarde cálida un par de vecinas. Hoy son estas señoras que buscan la paz de un banco de esta plaza, ayer, tal vez, unos padres paseando a sus hijos pequeños, quizá mañana sea un jubilado quien se siente al calor del tibio sol de invierno y siempre, sin horario, una pareja enamorada estará susurrando sus sueños.
Esta es nuestra ventana abierta al mundo, a través de la cual podrán sentir el clima templado del mediterráneo, con su suave brisa, bajo un sol dulcemente cálido, paseando descalzo por la fina arena de nuestras playas, el sonido de las olas rompiendo en la orilla, en una ciudad llena de distracciones para los grandes y los jóvenes.