Benimassot es un pueblo situado al abrigo de la Sierra de la Almudaina, en uno de los rincones más perdidos de la provincia de Alicante. Es conocido como el Balcón de la Serrella debido a que el pueblo está enclavado en una posición elevada que permite divisar todo el valle, e interesantes formaciones rocosas. Típico pueblo pequeño y agrícola de origen musulmán con calles empinadas, estrechas y silenciosas llenas de macetas y el pequeño túnel por el que se entra al pueblo.
Benimasot, en sus tiempos, fue uno de los pueblos más ricos del valle. Tanto, que su iglesia dedicada a la Purísima Concepción, estaba decorada con polvo de oro. Esto trajo como resultado que su fama fuera lejos y así, un mal día, atrajo las miradas de los amigos de lo ajeno, sufriendo entonces uno de los robos más singulares de que se tenga noticia.
El domingo, 22 de febrero del 1874, entre las 6 y las 7 horas de la mañana, cuando los vecinos acudían a la iglesia para oír misa, una banda de 34 'roders' (bandoleros), armados hasta los dientes , que tenían rodeado el pueblo y controlaban entradas y salidas sin que lo supieran sus pocos habitantes, aguardaron a que todos estuvieran dentro del templo para encadenar las puertas por fuera e impedir que nadie saliera por su cuenta, incluso ataron las campanas de la torre, por si a algún vecino se le ocurría tocar a rebato. Tres 'roders' quedaron dentro. Uno de ellos, Josep 'de la Tona', de Pedreguer, que era el jefe, llevaba una lista con los más ricos del lugar.
Los bandoleros fueron sacando por turno, del templo, a los más distinguidos, dirigiéndose a sus respectivos domicilios que procedieron a desvalijar, durando tres horas el expolio tras lo cual huyeron con cuatro mulos con los serones repletos con dinero y mercancía valorado en 55.000 reales de la época, lo que según criterios de los especialistas, equivaldría a cerca de 687.500 euros en la actualidad, además de diez armas de fuego y otros efectos.
Escarmentados, los hombres de Benimasot jamás volvieron a entrar todos juntos en la iglesia, quedándose siempre algunos fuera, cuando se decía misa, haciendo guardia.
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