Se centra en el aumento de la eficiencia energética y la utilización de energías renovables, la gestión inteligente de la energía, la diversificación energética en el transporte público y la promoción de la movilidad sostenible, la adaptación al cambio climático, la prevención y la gestión de los riesgos climáticos.
Conocida por sus coloridas calles, la pequeña ciudad portuguesa de Águeda emprende una serie de acciones desde la educación ambiental hasta la innovación tecnológica y la eficiencia energética con el objetivo de convertirse en la primera "ciudad inteligente" del país.
Esta singular estación arqueológica se sitúa en las márgenes del Río Águeda, unos 15 kms. aguas abajo de la localidad salmantina de Ciudad Rodrigo, en torno al puente y viejo molino del mismo nombre, donde el curso del río tiene su último vado antes de encajarse en las Arribes, y en el que permanecen pozas con agua incluso en los momentos de mayor estiaje; un lugar sin duda especial elegido por los hombres de la Prehistoria por tratarse de una zona de paso y un privilegiado punto de control y observación de los animales que acudirían a este abrevadero permanente.
Más al norte en la confluencia del río Agueda con el Duero.
Hasta el lado portugues llega una linea de ferrocarril, pero en España no continua, a pesar de tener hasta un puente.
La Iglesia de San Ignacio fue edificada en el donostiarra barrio de Gros sobre un terreno cedido gratuitamente a tal efecto por doña Águeda Gros, donando Tomás Gros la piedra necesaria para su construcción. El proyecto fue trazado por el arquitecto José Goicoa, quien inició las obras en 1888 en el estilo neogótico entonces de moda, si bien su planta de tres naves longitudinales, de cinco tramos cada una, no sigue el esquema clásico en forma de cruz latina, ya que le falta la nave transversal; en el tramo posterior de la nave principal, donde debería ir el crucero dispuso Goicoa la bóveda principal, de crucería con terceletes; las bóvedas del resto de tramos son de crucería sencilla.
La cabecera, que está orientada al norte, adaptándose al trazado urbanístico del barrio de Gross, dispone de ábside, heptagonal, pero no de girola. El coro alto a los pies ocupa el primer tramo de la nave principal. El templo fue inaugurado al culto en 1897, aunque la torre no fue rematada hasta 1928 gracias a un legado de don Fermín de Lasala y Collado, Duque de Mandas.